jueves, 15 de julio de 2010

¡Permíteme Salvarte!

Amado mío, oye mi voz y no endurezcas tu corazón; porque yo soy tu creador, el único que te puede salvar, y además, quiero salvarte (Hebreos 3:7,8).
Es cierto que tú estas separado de mí, porque has pecado (Romanos 3:23). Sin embargo, yo te amo más que nadie, y por más insignificante que seas para otros, para mí eres la obra más preciosa de mis manos. Por amor te creé a mi imagen, y con gran amor por ti dejé los salones del cielo; te vi perdido, y vine a la tierra a buscarte. (Lucas 19:10; Ezequiel 34:11, 12)
Me hice hombre como tú, pero sin pecado (Hebreos 4:15, 1ra. Pedro 2:22). Dar mi vida por ti para salvarte fue mi mayor misión voluntaria de amor (Juan 3:16)
Mi preciosa sangre que derramé en la cruz sería el precio justo por tus pecados. Al morir en tu lugar pagué toda tu deuda; mi sacrificio fue completo y suficiente (1ra. Pedro 1:18, 19; Hebreos 10:14).
Me sepultaron y resucité al tercer día. Me presenté varias veces a mis discípulos; les mostré las señales de los clavos en mis manos y de la lanza en mi costado (1ra. Corintios 15:5,6)
Ellos me vieron, hablaron y comieron conmigo, y creyeron (Lucas 24: 36-43). Creerme ahora sin verme te justifica, y te hace feliz para siempre (Juan 20:27-29).
Pasados cuarenta días, ante la presencia de mis discípulos, ascendí al cielo (Lucas 24:50,51; Hechos 1:2,3). Aquí estoy ocupando mi trono de gloria, alumbrando el palacio real del universo (Apocalipsis 21:23)
Soy el Rey de reyes y el Señor de señores, el primero y el último, el que estuvo muerto, vivió y vive por los siglos. Amén. (Apocalipsis 2:8, y 19:16)
Me ha sido dada toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18). También ejerzo de abogado defensor ante el Padre, para los que han creído que yo soy quién digo ser, y me han recibido por salvador personal y Señor (1 Juan 2:1)
En mi segunda venida resucitaré a los que hayan muerto creyendo en mí, y les daré un cuerpo de gloria como el mío.
Los que crean en mí y estén vivos también recibirán un cuerpo de gloria, subirán a recibirme en el aire y estarán siempre conmigo (1ra. Tesalonicenses 4:16,17)
No te pierdas la gloria eterna para la cual te formé amorosamente con mis manos, y te di mi vida con tanto amor. Pídeme perdón y salvación, porque eso es todo lo que te pido hacer para perdonarte y salvarte aquí, ahora mismo (Hechos 2:21).
Amado, ora con fe:
Señor Jesús, soy pecador y me arrepiento. He oído tu voz y te he creído; por favor, perdóname y sálvame de la ira venidera en el lago de fuego (Juan 3:36).
Escribe mi nombre en el libro de la vida en el cielo, porque yo anhelo vivir eternamente contigo (Apocalipsis 20:15)
Desde este momento te tomo la palabra, y me proclamo salvado por la fe en tu precioso nombre, porque tú has dicho que así lo sería. Eres Dios, y no mientes (Números 23:19)
Señor mío, creador mío y Dios mío Jesucristo, te doy las gracias por haberme perdonado, y salvarme solamente por creerte, y pedirte perdón y salvación por fe.
Ahora que estoy salvado y sé que viviré eternamente
en tu gloria, te pido también que me unjas con tu maravilloso
Espíritu de amor eterno, para amarte siempre a ti y a los demás, así como tú lo quieres. En tu santo nombre. Amén.

Lee la Biblia para ser sabio, creéla para ser salvo y practíquela para ser santo. Asiste a una iglesia cristiana, cuya autoridad sea la Biblia y Jesucristo sea predicado.

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